La calefacción es algo imprescindible para invierno, la gente al comprarse una casa o construir una piensa en qué tipo de calefacción escoger. Lo tradicional son los radiadores, sin embargo, no es el sistema más eficiente ni tampoco el más barato a la larga. El suelo radiante, por su parte, es cierto que quizás la instalación no es tan sencilla, pero en cuanto a eficiencia energética tiene varias ventajas.
Además, es un sistema que aunque no se instale de primeras, luego se puede hacer una reforma e instalarlo. Lo malo de tener que poner suelo radiante en una reforma es que hace falta estudiar la viabilidad porque la altura, los metros y la cimentación de la casa o piso importan. Es decir, hay que tener claro que el suelo se va a elevar mínimamente, esto puede afectar a los rodapiés si los hay, que habría que retirarlos y cambiarlos. También, hay que estudiar el tipo de suelo que ya hay puesto en la propia casa, no es lo mismo una suelo de madera que uno de baldosas.
Es una instalación que va por debajo del suelo que ya exista en la instancia, es como si fuese un sándwich al que le añades algo más. Esto hace que la altura crezca, aunque hay que señalar que el suelo radiante muchas veces la elevación que crea es mínima. Pero, cada caso en realidad es distinto, es algo que un experto debe de certificar antes de realizar el proceso de instalación.
La gran ventaja del suelo radiante es que es un sistema que permite calentar la instancia de manera uniforme. Muchas veces con la calefacción con radiadores hay rincones que se quedan fríos, o hace falta colocar varios para cubrir toda la superficie. Al contrario, con el suelo radiante al ir por debajo del suelo se consigue esa uniformidad. Pues, sin importar qué sistema se instale, que hay dos, la distribución de las salidas se hace de manera que cubra todo.
Entonces, pises donde pises el suelo estará caliente con el suelo radiante. Además, el calor sale de abajo a arriba, esto hace que el calor poco a poco vaya subiendo y se mantenga durante más tiempo. Es como por ejemplo cuando se caliente agua en una olla, que el vapor se eleva y luego la superficie más pegada al agua se mantiene caliente durante varias horas.
Por eso el suelo radiante es más eficiente, porque en un periodo de tiempo menor encendido puedes calentar la casa y que se mantenga en un tiempo prolongado. Por lo tanto, será un ahorro de costo energético a la larga, porque se enciende durante un rato y luego se apaga. Además, no hace falta calentar toda la casa, sino que se controla de manera individual para cada una de las habitaciones.
Vale para todo tipo de suelos, pero aquí entra en juego qué tipo de instalación de suelo radiante escoger. Está el sistema de placa de tectones con mínimo espesor, que lleva un Panel aislante moldeado en EPS (Poliestireno Expandido) según la norma UNE-EN 13163, con un acabado superficial termoconformado de 550 µm. Vale para tarimas flotantes como cerámicos, y es el que más se adapta a una rehabilitación porque lleva frío/calor. Además, se instala recortando mínimamente las puertas.
Después, está el suelo radiante de sistema de perfil bajo sin inercia. Con este sistema no hace falta levantar el suelo que está puesto en la casa. Y, es un sistema que además de ser fácil, rápido y limpio de instalar, su fuente de energía puede ser sostenible, como por ejemplo placas solares o la aerotermia. Es más aconsejable para suelos de madera, porque no tiene el mismo alcance de penetración de capas que el sistema de placa de tectones.
Todo se resume en estudiar cuál es la mejor opción para tu caso. Pero, lo que está claro es que el suelo radiante es una forma de calentar o enfriar la casa muy apta. No solo obtienes una distribución del calor mejor, sino que también el suelo radiante te puede ayudar a ahorrar energía y dinero.